Tengo un bló

Tengo un bló
Tmeo, la mejor revista de humor

martes, 21 de julio de 2009

Mercat de Sabadell

Me habían prevenido, ante mi falta de aguante a la hora de ir de compras, y es que me agobio en seguida, de que el mercado dominical de Sabadell era enorme y muy agitanado. Tanto que parece que te hayas metido dentro de un reportaje de "callejeros". Los vendedores calés gritan los precios de las mercancías a su genuíno estilo. Casi todas las paradas son de ropa, para mi gusto, colorida en exceso. Son vendedores natos, que si no te ven convencida, te intentan ganar con frases preñadas de "guapa", "reina" o "hermosa". Había una señora generosa en carnes probándose un modelito que le quedaba como a Cristo un colt 45, sin embargo, la gitana vendedora con mandil y moño alto le decía: "Te queda divino, reina". ¿Será por eso que tienen la nariz tan larga?. Es curioso ver y oler un mercadillo. Una churrería extendiendo su aroma aceitoso y su calor bajo los 35 grados del mediodía, puede ser matador. El calor cae de pleno sobre la multitud que pasea entretenida mirando y tocado el género. (Mejor no olerlo, en la mayoría de las ocasiones). Todos dicen como ofendidos que puedes cambiar la compra si te va mal y juran que estarán la semana que viene, a menos que les toque la primitiva. La banda sonora del mercadillo está a cargo del vendedor de cassettes (que aún los hay, aunque parezcan haberse desvanecido con el siglo XX) Puede poner rancheras mejicanas y que suene la de cartas a la "Ufemia", pero sobre todo persistirán rumbitas o flamenco puro y duro. A todo esto, en los puestos de mercaderías siempre había tres grandes santones: Camarón, el Che Guevara y Bob Marley. Ninguno podía faltar, pero ya comienzo a ver un cuarto símbolo de la mortalidad mitificada: Michael Jackson como no podía ser de otra manera. Y así, poquito a poco, yendo con una buena rastreadora y conocedora de la zona, la caza de provisiones textiles para este verano, se saldó con la vaciada de la cartera y un montón de bolsas en las manos, y paramos en el bar más próximo a bebernos el líquido que nuestro cuerpo deshidratado ya había expulsado por los poros. Son curiosos los mercadillos, pero lo mejor es: la terraza del bar, seguro.

1 comentario:

Daniel dijo...

Saludos!!!
La descripción que haces del Mercat de Sabadell me ha recordado este texto de Luis Cardoza y Aragón:
"Ollas de puchero, caldos de pata de res, de gallina, pesados de oro graso y morado. En las mesas los platos sahuman el ámbito. Los clientes son trabajadores, campesinos, gentes de los mercados. Uno que otro curiso se "atreve" a gustar la comida más suculenta de la ciudad, en aquel sitio que, con sorna, llaman de "los agachados". La dueña, gorda, bajita, sudorosa en medio de los apaxtes hirviendo con los guisos, entre un olor de carnes y hierbas, gobierna el conjunto como timbalero de bien provista batería instrumental. A veces, los brazos en jarra, parece una reina".
Salut!!!
Daniel.